Ronquido y obesidad: una combinación que no debes ignorar

Hombre obeso durmiendo

Roncar no siempre es inofensivo. Aunque a menudo se percibe como una simple molestia nocturna (para quien lo sufre o para quien duerme al lado), el ronquido puede ser la manifestación de un problema respiratorio más serio, especialmente cuando va acompañado de sobrepeso u obesidad.

El exceso de peso es uno de los factores más influyentes en la aparición y agravamiento del ronquido. El aumento de tejido graso en el cuello y la región faríngea favorece el estrechamiento de la vía aérea, lo que facilita su colapso parcial o completo durante el sueño. Esta obstrucción genera vibraciones en los tejidos blandos que producen el ronquido, y en muchos casos, también interrupciones en la respiración conocidas como apneas.

Numerosos estudios han confirmado esta relación. De hecho, se ha demostrado que un aumento del 10 % en el peso corporal puede elevar un 32 % el número de eventos respiratorios durante el sueño, y multiplicar por seis el riesgo de desarrollar apnea del sueño moderada o grave.

Por eso, si roncas y tienes sobrepeso, es importante no ignorar el síntoma. Puede ser la señal de que tu descanso —y tu salud— están en riesgo.

¿Por qué el sobrepeso favorece el ronquido?

El sobrepeso favorece el ronquido por una combinación de factores anatómicos y funcionales que afectan directamente a la vía aérea superior y a la mecánica respiratoria.

Factores anatómicos o mecánicos

En personas con sobrepeso, suele producirse un acúmulo de grasa en la región del cuello, la base de la lengua y los tejidos que rodean la faringe. Este aumento de volumen reduce el calibre de la vía aérea superior, estrecha la luz faríngea y puede incluso aumentar el tamaño de la lengua. Durante el sueño, la posición horizontal y la acción de la gravedad favorecen el colapso de estas estructuras, y el estrechamiento del conducto respiratorio intensifica la inestabilidad aerodinámica, lo que incrementa la probabilidad de obstrucción parcial o completa.

Factores funcionales

Además del componente mecánico, la infiltración grasa en los músculos de la faringe puede disminuir su contractilidad, reduciendo su capacidad para mantener abierta la vía aérea durante la inspiración. Una musculatura faríngea competente es esencial para conservar la permeabilidad de la vía aérea superior durante el sueño.

A estos mecanismos locales hay que añadir un tercer elemento: el exceso de grasa abdominal. Este puede dificultar la mecánica ventilatoria al aumentar la presión intraabdominal, lo que a su vez eleva el diafragma cuando el cuerpo está en decúbito, reduciendo la capacidad pulmonar funcional y afectando negativamente al intercambio respiratorio nocturno.

Ronquido, obesidad y apnea del sueño: un círculo vicioso

La relación entre el sobrepeso, el ronquido y la apnea del sueño no es unidireccional; de hecho, forma un auténtico círculo vicioso. El exceso de peso favorece el ronquido y las apneas nocturnas, pero estas alteraciones del sueño, a su vez, dificultan el control del peso. Cuando el sueño es fragmentado y poco reparador, se producen alteraciones hormonales que afectan al metabolismo y al apetito: disminuyen los niveles de leptina (la hormona que reduce el hambre) y aumentan los de grelina (la hormona que estimula el apetito), lo que conlleva mayor sensación de hambre y preferencia por alimentos hipercalóricos.

Además, la fatiga diurna y la somnolencia producidas por la apnea del sueño reducen la actividad física y la motivación para mantener hábitos saludables. De esta forma, el paciente entra en una espiral en la que el mal descanso favorece el aumento de peso, y el aumento de peso empeora la calidad del sueño. Por eso, es fundamental romper ese ciclo cuanto antes, detectando la apnea del sueño y abordando el exceso de peso de forma conjunta.

¿Qué puede hacer una persona con sobrepeso que ronca?

Si una persona con sobrepeso ronca de forma habitual, especialmente si el ronquido es fuerte, intermitente o se acompaña de pausas en la respiración, somnolencia diurna o cansancio persistente, lo más importante es no minimizar el síntoma. El primer paso es consultar con un especialista y valorar la realización de un estudio del sueño, preferiblemente una poligrafía respiratoria domiciliaria o una polisomnografía, según el caso.

Además del diagnóstico, el tratamiento debe abordarse de forma integral. La pérdida de peso, aunque no siempre es sencilla, puede tener un impacto muy significativo sobre el ronquido y la apnea del sueño. En algunos pacientes, la reducción de peso ha conseguido disminuir notablemente los síntomas e incluso, en casos leves, resolver el problema.

No obstante, en muchos casos es necesario complementar el tratamiento con medidas específicas. Entre ellas se incluyen el uso de dispositivos como el CPAP (presión positiva continua en la vía aérea), los dispositivos de avance mandibular en casos seleccionados, o incluso la cirugía, cuando está indicada.

Lo más importante es no resignarse al ronquido crónico, sobre todo si se asocia a exceso de peso. Tratarlo mejora no solo la calidad del sueño, sino también la salud metabólica, cardiovascular y la calidad de vida en general.

Nuevas herramientas: ¿pueden los fármacos para perder peso reducir también el ronquido?

En los últimos años, han aparecido fármacos muy eficaces para el tratamiento de la obesidad, como la semaglutida o la tirzepatida, que han demostrado una notable capacidad para inducir pérdida de peso sostenida. Actualmente se están llevando a cabo estudios que analizan su efecto sobre los trastornos respiratorios del sueño, y los primeros resultados sugieren que podrían reducir el índice de apnea-hipopnea (IAH) en pacientes con apnea obstructiva del sueño.

Aunque todavía no se consideran tratamientos específicos para la apnea, su uso en pacientes con obesidad podría convertirse en una herramienta terapéutica complementaria para mejorar tanto el peso como los síntomas respiratorios del sueño.

Imagen radiológica de una lengua de obeso

El ronquido en personas con sobrepeso no es solo una molestia, sino que puede ser la señal de un problema de salud más importante, como la apnea obstructiva del sueño. La obesidad no solo favorece el ronquido, sino que también lo agrava con el tiempo y dificulta su resolución. Por eso, ante un ronquido persistente en el contexto de exceso de peso, es fundamental consultar con un profesional, realizar un estudio del sueño si está indicado, e iniciar un tratamiento que aborde tanto el control del peso como la vía aérea.

El enfoque del tratamiento debe ser integral y personalizado. Hoy en día disponemos de herramientas eficaces, desde el tratamiento con CPAP, intervenciones quirúrgicas y medidas higiénico dietéticas hasta nuevos fármacos que podrían cambiar el abordaje de estos pacientes en los próximos años. Lo importante es no dejar pasar el síntoma: roncar no siempre es normal, y aún menos cuando se acompaña de sobrepeso.

Para saber más:

La obesidad y la apnea del sueño. Medtronic Latam

Nuevos farmacos para la obesidad. The Conversation

El síndrome de Pickwick. Wikipedia

Scroll al inicio