
Muchas personas diagnosticadas de apnea obstructiva del sueño (AOS) comienzan el tratamiento con CPAP pero, con el tiempo, lo abandonan. Otras, aun sospechando que padecen apnea, deciden ignorarlo y no buscan ayuda médica. También están quienes, pese a tener un diagnóstico confirmado, nunca llegan a iniciar la terapia ni a poner en marcha un plan de mejora.
Por otro lado, existe un grupo aún mayor: quienes padecen apnea del sueño sin saberlo. Estas personas no se plantean qué ocurre si no se tratan, simplemente porque ni siquiera sospechan que tienen el problema.
¿Qué efectos nocivos pueden padecer estas personas? ¿se pueden ahogar durante el sueño y no despertar? ¿es muy grave no tratar el problema?
Los efectos de la AOS
La apnea obstructiva del sueño afecta al organismo en múltiples niveles y desencadena una serie de consecuencias patológicas. Estos efectos no siempre aparecen de inmediato: algunos se manifiestan de forma temprana, otros a medio plazo y muchos más a largo plazo, acumulando un impacto importante en la salud y en la calidad de vida.
¿Es urgente tratar una AOS? ¿Es muy grave no tratarla de inmediato?
En términos generales, podemos decir que no existe una urgencia inmediata en iniciar el tratamiento de la apnea obstructiva del sueño (AOS). Es importante aclarar que nadie muere ahogado durante un episodio de apnea: el organismo dispone de mecanismos de defensa que, gracias al sistema nervioso central y a receptores específicos, obligan a reanudar la respiración antes de que ocurra un desenlace fatal.
De hecho, una de las dudas más frecuentes de los pacientes es si podrían “no despertar” durante la noche, y muchas parejas describen cómo intentan despertarles durante apneas prolongadas por miedo a una asfixia. Aunque esa situación resulta angustiosa, lo cierto es que el cuerpo siempre activa una respuesta de emergencia que interrumpe la apnea.
El problema es que este mismo mecanismo de defensa, al repetirse constantemente, es el que genera una serie de alteraciones cardiometabólicas y neurológicas que constituyen la base patológica de la AOS y explican sus consecuencias a medio y largo plazo.
El sueño y la apnea obstructiva
El sueño normal sigue una arquitectura bien definida, formada por ciclos que se repiten a lo largo de la noche. Cada ciclo alterna entre fase REM (sueño con movimientos oculares rápidos) y fase No REM, que a su vez se divide en varios estadios, desde sueño ligero hasta sueño profundo. Esta organización es esencial para que el descanso sea reparador y cumpla sus funciones en la memoria, el equilibrio hormonal y la recuperación física.
Cuando se realiza una polisomnografía (el estudio más completo del sueño), se utilizan medidas neurofisiológicas, entre ellas el electroencefalograma (EEG), que permite identificar en qué fase se encuentra la persona en cada momento de la noche.
En la apnea obstructiva del sueño, esta arquitectura se ve profundamente alterada. Los continuos “microdespertares” que produce cada apnea fragmentan el sueño, impidiendo alcanzar o mantener las fases profundas y restauradoras. En muchos casos, la organización natural del sueño termina completamente destruida, lo que explica gran parte de los síntomas de cansancio y somnolencia diurna.
Efectos de la apnea del sueño a corto plazo
Los efectos inmediatos de la apnea del sueño se deben, sobre todo, a la alteración neurológica que producen las apneas repetidas y a la fragmentación del sueño, muy similar a lo que ocurre en la privación crónica de descanso. En los casos más graves, fases fundamentales como el sueño profundo o la fase REM pueden prácticamente desaparecer, lo que significa que la persona nunca llega a descansar de forma adecuada.
Esto se traduce en síntomas muy característicos: sensación de sueño no reparador, cansancio diurno, dificultad de concentración y tendencia a quedarse dormido en momentos inapropiados (por ejemplo, leyendo, en el cine o incluso en una sala de espera).
Además, esta somnolencia excesiva conlleva un riesgo aumentado de accidentes de tráfico, domésticos y laborales. Por otro lado, está demostrado que el tratamiento correcto con CPAP mejora de manera significativa la atención, la memoria, la función ejecutiva y la velocidad de procesamiento, reduciendo tanto los síntomas como los riesgos asociados.
Efectos de la apnea del sueño a medio y largo plazo
La apnea obstructiva del sueño no tratada se asocia a múltiples alteraciones cardiometabólicas. Una de las más frecuentes es la hipertensión arterial, ampliamente documentada en estos pacientes, así como su mejoría cuando se inicia un tratamiento adecuado. También se ha relacionado con aterosclerosis precoz, daño vascular e hipertensión pulmonar, todos ellos factores que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular.
De esta manera, la AOS incrementa la probabilidad de padecer cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, arritmias, ictus, infarto de miocardio o incluso muerte súbita.
Además, existe una fuerte asociación con el síndrome metabólico, que engloba alteraciones como resistencia a la insulina (diabetes tipo 2), dislipemia y obesidad abdominal, configurando un perfil de riesgo global muy elevado para la salud a largo plazo.
Conclusión
En el marco científico actual, está bien demostrado que no tratar la apnea obstructiva del sueño conlleva riesgos importantes para la salud. A medio y largo plazo se asocia a un aumento de la mortalidad cardiovascular y global, además de múltiples complicaciones cardiometabólicas. A corto plazo, sus efectos se reflejan sobre todo en el rendimiento cognitivo, la atención y la velocidad mental, lo que afecta tanto a la vida personal como a la laboral y social.
Conocer estas consecuencias debería llevarnos a reflexionar y valorar seriamente el inicio de un plan terapéutico. Aunque el camino no siempre es sencillo, existen diversas herramientas eficaces que permiten controlar y mejorar la enfermedad. La clave está en asumir el problema de forma informada y responsable, entendiendo que, aunque no siempre podamos hablar de una “curación definitiva”, sí es posible reducir de forma notable sus riesgos y mejorar la calidad de vida.
Nota curiosa
Existe un raro trastorno genético conocido popularmente como la “maldición de Ondina”. Su nombre médico es síndrome de hipoventilación central congénita o hipoventilación alveolar primaria. En esta enfermedad, el sistema nervioso autónomo falla en el control de la respiración, de modo que la persona puede dejar de ventilar durante el sueño sin que se active el mecanismo de defensa que la despierte. Esto puede dar lugar a pausas de apnea de las que, lamentablemente, no siempre se logra recuperar.
